La CIJB reivindica el espacio público para el juego de pelota

«El juego en las calles y plazas hace comunidad», asegura el arquitecto vasco Daniel Carballo en su tesis doctoral

Hace unas semanas hablábamos de la unión en la diversidad. Una idea que la CIJB hace suya por aquello de conseguir englobar en el mismo ámbito diferentes disciplinas de juego de pelota a mano. Pero hay una característica, histórica, tal vez olvidada en muchos ámbitos, que unificaba cada juego: la calle. O, como dice Daniel Carballo (Zumaia, Guipúzcoa, País Vasco) en su tesis doctoral «Implantación del juego de pelota en los centros históricos», el «espacio público».

Afirma Carballo que el juego «ha desaparecido del espacio público». Lo dice con cierto pesar, porque el gustazo -perdonen la expresión- era el juego allá donde en otro momento se pasea, se comenta el chisme del barrio o del pueblo, y se hace comunidad. El espacio público: sociabilidad. «Si en un momento era de interés general, que en tierras vascas había plazas que se hacían para jugar, con paredes de rebote, ahora se ha perdido por un espacio privado”, afirma Carballo. Y no le falta razón, porque: “ no hay más que echar una mirada rápida. Todo -o casi- es jugar en recinto cerrado, con llave, puerta, entrada, taquilla, lo que viene a ser el polideportivo», dice el arquitecto vasco.

Carballo apunta a muchos factores. La evolución social podría incluso sumarse, pero él ve un problema fundamental: la ley. «En la actualidad, la ley de seguridad ciudadana limita el juego en la calle de cualquier deporte». Duro, pero cierto. «Tenía un fin», afirma, «pero ahora limita que alguien pueda hacer deporte en la calle». Y así es: ni pelota ni fútbol ni nada. Lo dice la ley.

La regulación del juego en la calle viene de largo. Explica Carballo que a finales del XIX se regula, «y la fiesta del toro y la pelota siguen la misma deriva». Esto es, construir recintos cerrados: «Se edifican plazas de toros y también frontones cerrados». Hay un cambio de rumbo, una alternativa asociada a un modelo, vamos a decir, económico. Porque manda el dinero, en todo, y en la pelota a mano también. «Es por generar beneficio económico y también para evitar ocupar el espacio público», asegura. Acotar, delimitar, separar.

La vuelta atrás es complicada, porque Carballo, que ha estudiado el tema, no ve lo que hoy se llama voluntad política. «Ahora no hay interés político», confirma, y eso significa que la cosa se queda como está, con cada uno en su casa. «Otra cosa es», continúa, «que estemos en el camino de reivindicar el espacio público, también en otros deportes». Lo ve en las carreras populares, y lo ve como una vía de peso: «Es la que me parece interesante para recuperar la pelota en la calle». Y, ojo, que la cosa tiene su aquel, porque no se juega en la calle, se acota en recintos cerrados, y la plurimodalidad que se le presupone al juego a mano se resiente. «Hemos perdido dos generaciones o tres que desconocen modalidades. Al encerrarnos hemos dejado el espíritu de sociabilidad. En tiempos pasados, cuando se jugaba en calles y plazas todo el pueblo conocía el deporte; los niños imitaban a los mayores y heredaban sus costumbres. Al encerrarnos muchos dejaron de interesarse», concluye el investigador vasco, miembro de la CIJB.

La CIJB vertebra la pelota

Juego de pelota en un escenario público

La filosofía de la Confederación «te abre fronteras y te hace conocer otras culturas», afirma el arquitecto vasco Daniel Carballo.

Un todo se construye con mucho de poco y, ese poco, muy diverso. La pelota en el mundo es ese todo y las diferentes modalidades, escenarios, e incluso casuísticas, países y federaciones son esas pequeñas piezas que conjuntan. Tan fácil y tan difícil, pero tan absolutamente maravilloso entenderlo así. Es uno de los puntos de vista que mantiene Daniel Carballo (Zumaia, Guipúzcoa, País Vasco), un hombre que sabe de pelota en su tierra -en 2017 defendió su tesis doctoral Implantación del juego de pelota en los centros históricos- y que afirma: «Algunos dicen que el juego de pelota es vasco y ha nacido aquí, y en eso no estoy de acuerdo».

La suya es una mirada de conjunto. Vaya, global: «La filosofía de la CIJB te abre fronteras y te hace conocer otras culturas, y eso ha influido en mi mirada. He tenido la oportunidad de viajar y ver modalidades no solo de mano, sino también con herramientas, la tabla de Ecuador y Colombia, por ejemplo, y todo esto es gracias a todas estas conexiones». Conexiones que hacen ese todo: «El objetivo de mi tesis doctoral es encontrar similitudes en el juego de pelota, hablando de pelota en mayúsculas. El gran acierto de la CIJB fue tomar la iniciativa de tomar esos viajes donde ellos mismos se sorprendían de lo que veían».

Sorprendidos y espoleados a competir, a probarse, a medir fuerzas y también modalidades, buscando acuerdos, alternativas, negociación con la pelota de por medio, cara a cara, con una pared delante, sin ella, y un muro, vale, pero con la pelota. «En la tesis se habla del origen del juego y las diferencias de cómo ha ido evolucionando desde el punto de vista arquitectónico, y tal vez eso sea lo que ha condicionado más el juego», afirma Carballo.

El camino de la investigación le llevó a entrar en la CIJB. Conocía la Confederación del torneo de Pamplona, la Champions de 2011, su padre fue federativo, jugador de pelota vasca de frontón, y él también hizo sus pinitos en frontón hasta 2011, ya que con la Champions y un equipo navarro se le despertó la curiosidad. «Buscamos unas reuniones para intentar hacer partidas de juego a largo, en la celebración del bicentenario de la destrucción de la villa de San Sebastián por el incendio», explica, y lo consiguieron. Justo delante del ayuntamiento donostiarra se llevó a cabo una exhibición de varias modalidades. Fue en 2013. Luego hablaron con la federación vasca para que llevara la Champions a San Sebastián: «En cinco años (2011 y 2016) conseguimos equipos para competir». Y de ahí, «a tener bandera propia en el Mundial de Colombia».

Carballo afirma que el papel de la CIJB ha sido fundamental, porque ha conseguido hacer propio el lema de ‘unir en la diversidad’. «Coincidimos personas que queríamos recuperar la historia», afirma rotundo, «y nos hemos encontrado que la labor de la CIJB era la misma, buscar similitudes y también las diferencias». Hacer de ese poco de cada uno, un todo. «Aquí la cancha es más pequeña, la pelota más pesada», dice, «pero podemos jugar juntos sin problema solo habiendo una pequeña negociación». Y de ahí sale el cuerpo vertebrado.